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Blogs > fenix24_x > Dulce erotismo

Del restaurante a la cama  

fenix24_x 45M
3 posts
7/17/2017 7:18 pm

Last Read:
2/7/2018 7:58 am
Del restaurante a la cama

Llega la tarde. Llueve apenas. Comemos. Has dejado en la orilla de la mesa el ramo de rosas que te regalé al verte. Luces sonriente y sonrojada. Afuera la lluvia es cada vez más fuerte. Mi mano toma la tuya y la acaricia, acaricia tus dedos, la palma de tu mano, tu muñeca. Tu mano aprisiona mi mano y la otra toca a tientas tu rodilla, subiendo por tus muslos, avanzando atrevidamente hasta que me detienes. Retiras mi mano de tus muslos y la sostienes, sonriendo con malicia, dejándome entrever que la has detenido para provocarme, para dejarme sentir la firmeza de tus piernas y detenerme al punto para solamente seguir deseándote, imaginando con el tacto el resto de ti hasta tus caderas, intocables aún, deseables, imposibles.
Suelto tu mano, sigo comiendo. Platicamos mientras abres tu blusa un poco, un atisbo apenas, que me permite ver el inicio de tus senos. Mis ojos se detienen en ellos, se embelesan, los siguen, explorando hasta que tu blusa cierra todo paso a la vista. Mi corazón palpita y se inquieta. Terminamos de comer. Me esperas en el lobby del restaurante y luego subimos al auto. Te acompaño para cerrarte la puerta y respiro de tu cuello el<b> aroma </font></b>de tu perfume. Me excitas: tus ademanes, tus silencios, tu provocativa mirada.
Adentro en el auto pongo mi mano nuevamente en tu rodilla y esta vez quiero llegar hasta el final del camino, hasta que terminen tus muslos y se cierren en mi mano, quiero sentir la suavidad y el calor, quiero ver en tu rostro las mejillas sonrosadas y tus labios húmedos. Mi mano avanza y retrocede, acariciándote. Tu mano quiere ofrecer algo de resistencia, pero cede y toco por encima de tu pantalón, presiono suavemente y muevo mis dedos en círculos. Llevas tu mano a mi entrepierna y tocas la erección dura ya, palpitante, que al igual que yo te desea. En cada alto nos besamos. En cada posibilidad las manos se cubren de alegría por el deseo desatado. En cada parte de nuestro cuerpo se estremece el tacto y la mirada, el cuerpo herido de deseo.
Llegamos a casa y te llevo al sillón de la sala. Beso tu cuello, tus mejillas, beso tus labios y los muerdo, con furia retiro tu blusa y tu sostén, para dejar tus pechos al descubierto y besarlos y besarlos y besarlos. Juego con los pezones, los junto y meto a mi boca al mismo tiempo, beso tus hombros y tu abdomen, tus pezones de nuevo, mientras mi mano ha vencido tu pantalón y comienza a tocar tu clítoris, tus labios vaginales, penetrando apenas para que tus jugos mojen mis dedos y lubricarte mientras sigo besándote los pechos.
Me retiras de ti y me sientas en el sillón, me arrebatas el pantalón dejando mi erección desnuda, palpitante, apuntando hacia ti. Te sientas sobre mí y comienzas a moverte en círculos mientras mi verga penetra y abre tus labios, sin meterlo todo subes de nuevo para sentir cuán mojados estamos, y entonces lo metes todo, hasta adentro. Te arqueas y aprovecho para besarte los pechos, mientras me cabalgas, mientras todo yo estoy dentro de ti. Llegas al orgasmo antes que yo y en ese sillón cambiamos tantas veces de posición, tantas veces nos llenamos del otro que cae la noche, y la lluvia cesa y en la oscuridad, otra vez, el tacto, la excitación, el deseo.

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